Sebastian Francisco de Miranda RodriguezHace exactamente 260 años, el 28 de marzo de 1750, nació en la ciudad de Caracas Sebastián Francisco de Miranda Rodríguez, el primer pensador, prócer, político y filósofo -que conozca la historia latinoamericana- en plantear la necesidad de una Hispanoamérica unida, y también el primero que habló al mundo en nombre de América.
Miranda concibió a Hispanoamérica como una gran nación. Sus pensamientos constituyeron un aporte trascendental, aún vigente, en la historiografía regional y llegaron a cambiar el curso de la historia de los pueblos americanos y su relación planetaria.
Su gran proyecto fue siempre uno solo: ver libre a toda la región latinoamericana del colonialismo, principalmente español. Su visión era integrar política, cultural y económicamente el extenso territorio comprendido entre el Misisipi (EE UU) y el Cabo de Hornos (sur de Chile).
De igual manera, consideraba que Venezuela debía ser el epicentro para encender la antorcha libertaria del ámbito americano libre, integrado por las colonias españolas; reseñó la Agencia Bolivariana de Noticias.
El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en sus acostumbradas Líneas de Chávez de este domingo, llamó a Miranda, citando a Mariano Picón Salas: "el primer criollo de dimensión histórica mundial y en sentido nítidamente revolucionario, nuestro primer internacionalista".
"Miranda no sólo combatió por la independencia de Venezuela, sino también por la independencia de los Estados Unidos y en defensa de la Revolución Francesa (...) Anduvo por el mundo como por su casa, siempre tuvo plena conciencia de que todo lo que hacía estaba en función de un trascendente objetivo: la emancipación de Venezuela y de Nuestra América", escribió el Presidente.
Su obra
Francisco de Miranda fue hijo del español (de origen canario) Sebastián de Miranda Ravelo y de la venezolana Francisca Antonia Rodríguez de Espinoza, lo cual le permitió enfrentarse con extraordinaria facilidad a escenarios que le abrieron las puertas para participar no sólo en ambientes sociales y culturales, sino, en las luchas revolucionarias que ocurrían en tres continentes.
Con extraordinaria sagacidad incursionaba en procesos políticos que aún cuando le eran ajenos en la distancia, no lo eran para la obtención de sus fines revolucionarios: lograr recursos para liberar del dominio español a los pueblos hispanoamericanos.
Fue políglota, con dominio sobre el español, francés, inglés, alemán, ruso e incluso conocía suficientemente el árabe y el italiano, traducía del latín y griego. Amante de las artes, de fino y agudo oído para la música, no sólo para escucharla sino también para ejecutarla; siempre se hacía acompañar por su flauta, que tocaba con maestría y sensibilidad.
Su biblioteca, superior a los seis mil volúmenes, estaba conformada por una diversidad bibliográfica, que para el momento era considerada una verdadera joya o patrimonio.
Además de sus documentos conformados por cartas y otros textos, contenía libros de distintas épocas, diarios, mapamundis, planos de batallas, prospectos medicinales, proyectos de leyes, constituciones e, incluso, misivas de amor.
Leía con apasionada voracidad en sus años mozos a Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Locke, Buffon, Lalande, Hume, Diderot. En su peregrinar por España, a los 21 años de edad, ocultamente hace circular libros que por su contenido les consideraban prohibidos.
La educación de Miranda, como por designios históricos, estaba centrada en la formación de un soldado culto, de un hombre nuevo para su tiempo, de un ser que por su bagaje cultural era capaz de empuñar las armas al grado extremo como guerrero y como conductor de batallas.
También se inclinó por el aprendizaje de idiomas que le permiten una amplia cosmovisión en el tiempo y espacio. Aprende francés para entrar en las profundidades de las ciencias y los derechos humanos e inglés para ampliar su acceso al conocimiento. Figuran además materias como matemáticas, filosofía, derecho de gentes, arte de la guerra, historia y bellas artes, entre otras.
Miranda era un hombre exquisito que por su cultura e intelecto se relacionaba y llamaba la atención de personajes de la talla de George Washington, Alexander Hamilton, Thomas Paine, William Pitta, Bernardo O´Higgins, Catalina de Rusia, Danton y José de San Martín.
Incluso se le compara a Tomás Jefferson, el gran humanista de los Estados Unidos. Napoleón, dijo: "A ese hombre le arde en el pecho el fuego sagrado del amor a la libertad".
El Libertador Simón Bolívar lo llamó "… el más ilustre colombiano…". Su nombre está grabado en el Arco de Triunfo en París. Su retrato forma parte de la galería de los personajes en el Palacio de Versalles; su estatua se encuentra frente a la del general Kellerman en el campo de Valmy.
A partir de las luchas independentistas de Venezuela, para encender la llama de la libertad y la unión de América, surge así, en 1790, la creación de un gran Estado americano libre que uniría a las colonias españolas: Colombeia.
Ideó Miranda un territorio integrado desde el Misisipi hasta el cabo de Hornos. Le dio estructura de monarquía y estableció mecanismos de poder para su conducción político-administrativa.
Su forma de gobierno combinaba una visión ancha del mundo con integración regional. Observadores políticos e historiadores, al ahondar en estudios sobre la figura de este insigne venezolano y su proyecto revolucionario, le atribuyen el don de haber sido para su momento el hombre de armas mejor formado en el campo de las letras y uno de los más lúcidos pensadores políticos del hemisferio.
Miranda concibió a Hispanoamérica como una gran nación. Sus pensamientos constituyeron un aporte trascendental, aún vigente, en la historiografía regional y llegaron a cambiar el curso de la historia de los pueblos americanos y su relación planetaria.
Su gran proyecto fue siempre uno solo: ver libre a toda la región latinoamericana del colonialismo, principalmente español. Su visión era integrar política, cultural y económicamente el extenso territorio comprendido entre el Misisipi (EE UU) y el Cabo de Hornos (sur de Chile).
De igual manera, consideraba que Venezuela debía ser el epicentro para encender la antorcha libertaria del ámbito americano libre, integrado por las colonias españolas; reseñó la Agencia Bolivariana de Noticias.
El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en sus acostumbradas Líneas de Chávez de este domingo, llamó a Miranda, citando a Mariano Picón Salas: "el primer criollo de dimensión histórica mundial y en sentido nítidamente revolucionario, nuestro primer internacionalista".
"Miranda no sólo combatió por la independencia de Venezuela, sino también por la independencia de los Estados Unidos y en defensa de la Revolución Francesa (...) Anduvo por el mundo como por su casa, siempre tuvo plena conciencia de que todo lo que hacía estaba en función de un trascendente objetivo: la emancipación de Venezuela y de Nuestra América", escribió el Presidente.
Su obra
Francisco de Miranda fue hijo del español (de origen canario) Sebastián de Miranda Ravelo y de la venezolana Francisca Antonia Rodríguez de Espinoza, lo cual le permitió enfrentarse con extraordinaria facilidad a escenarios que le abrieron las puertas para participar no sólo en ambientes sociales y culturales, sino, en las luchas revolucionarias que ocurrían en tres continentes.
Con extraordinaria sagacidad incursionaba en procesos políticos que aún cuando le eran ajenos en la distancia, no lo eran para la obtención de sus fines revolucionarios: lograr recursos para liberar del dominio español a los pueblos hispanoamericanos.
Fue políglota, con dominio sobre el español, francés, inglés, alemán, ruso e incluso conocía suficientemente el árabe y el italiano, traducía del latín y griego. Amante de las artes, de fino y agudo oído para la música, no sólo para escucharla sino también para ejecutarla; siempre se hacía acompañar por su flauta, que tocaba con maestría y sensibilidad.
Su biblioteca, superior a los seis mil volúmenes, estaba conformada por una diversidad bibliográfica, que para el momento era considerada una verdadera joya o patrimonio.
Además de sus documentos conformados por cartas y otros textos, contenía libros de distintas épocas, diarios, mapamundis, planos de batallas, prospectos medicinales, proyectos de leyes, constituciones e, incluso, misivas de amor.
Leía con apasionada voracidad en sus años mozos a Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Locke, Buffon, Lalande, Hume, Diderot. En su peregrinar por España, a los 21 años de edad, ocultamente hace circular libros que por su contenido les consideraban prohibidos.
La educación de Miranda, como por designios históricos, estaba centrada en la formación de un soldado culto, de un hombre nuevo para su tiempo, de un ser que por su bagaje cultural era capaz de empuñar las armas al grado extremo como guerrero y como conductor de batallas.
También se inclinó por el aprendizaje de idiomas que le permiten una amplia cosmovisión en el tiempo y espacio. Aprende francés para entrar en las profundidades de las ciencias y los derechos humanos e inglés para ampliar su acceso al conocimiento. Figuran además materias como matemáticas, filosofía, derecho de gentes, arte de la guerra, historia y bellas artes, entre otras.
Miranda era un hombre exquisito que por su cultura e intelecto se relacionaba y llamaba la atención de personajes de la talla de George Washington, Alexander Hamilton, Thomas Paine, William Pitta, Bernardo O´Higgins, Catalina de Rusia, Danton y José de San Martín.
Incluso se le compara a Tomás Jefferson, el gran humanista de los Estados Unidos. Napoleón, dijo: "A ese hombre le arde en el pecho el fuego sagrado del amor a la libertad".
El Libertador Simón Bolívar lo llamó "… el más ilustre colombiano…". Su nombre está grabado en el Arco de Triunfo en París. Su retrato forma parte de la galería de los personajes en el Palacio de Versalles; su estatua se encuentra frente a la del general Kellerman en el campo de Valmy.
A partir de las luchas independentistas de Venezuela, para encender la llama de la libertad y la unión de América, surge así, en 1790, la creación de un gran Estado americano libre que uniría a las colonias españolas: Colombeia.
Ideó Miranda un territorio integrado desde el Misisipi hasta el cabo de Hornos. Le dio estructura de monarquía y estableció mecanismos de poder para su conducción político-administrativa.
Su forma de gobierno combinaba una visión ancha del mundo con integración regional. Observadores políticos e historiadores, al ahondar en estudios sobre la figura de este insigne venezolano y su proyecto revolucionario, le atribuyen el don de haber sido para su momento el hombre de armas mejor formado en el campo de las letras y uno de los más lúcidos pensadores políticos del hemisferio.
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